El duelo patológico desarrolla un cuadro clínico de depresión reactiva, que no es aquello que un estado de ánimo que no brota inmediatamente sino puede aparecer hasta semanas o meses después de éste, el cual se caracteriza por ser un duelo con una intensidad, una duración y unos síntomas mayores que en el duelo normal.
Señales del duelo patológico:
Este tipo de duelo puede detectarse a través de estos signos:
Se experimenta un dolor intenso cuando se nombra a la persona fallecida.
Se origina una grave reacción emocional ante acontecimientos inrelevantes.
No se quiere que se toque lo que pertenecía a la persona fallecida.
No se visita el cementerio y tampoco se participa en las celebraciones relacionadas con el fallecimiento.
Se presentan miedos o fobias en relación con la enfermedad que causó el fallecimiento del ser querido.
Se modifica el estilo de vida de forma tajante, omitiendo lo que se asocia a la persona fallecida.
Alteraciones físicas y psicológicas:
Con frecuencia se detecta en la persona:
Presenta desaceleración motora/ lentitud motora en extremidades
Se muestra más desesperanzado/ ansiedad
Manifiesta sentimientos de culpabilidad
Piensa continuamente en un único tema, es decir, tiene pensamientos rumiativos que no es otra cosa que (un patrón mental obsesivo en el que una persona oscila/ se mueve entre los distintos aspectos, pasando de un pensamiento a otro sin soluciones) sobre la muerte, y además están orientados a un deseo de encontrarse con la persona que ha fallecido.
Deseo de morir para recuentros
Tiene riesgo de agravar otras patologías, sobre todo cardiovasculares.
¿Qué aumenta el riesgo de no superar el duelo?
Existen una serie de factores que aumentan la probabilidad de desarrollar un duelo patológico:
Un fallecimiento repentino o inesperado.
Una relación de dependencia con el ser querido fallecido.
La falta de apoyo familiar ante la pérdida.
Un ambiente en el que es difícil hablar de las emociones.
Antecedentes depresivos, baja autoestima y sentimientos de culpabilidad habituales.
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